Un niño
lloraba sentado en el asiento de atrás de un coche gris ceniza. Apenas cumplía
la quincena. Él lloraba pero las ruedas del coche seguían rodando.
Una joven niña gritaba y golpeaba las piedras
del parque. Por mucho que lo hiciera, ninguna llegaría tan lejos como para alcanzarle.
Corriendo se internó en el bosque, pidiendo a gritos que alguien acabara con su
sufrimiento
Las
malvadas criaturas que vivían en el bosque se reían a escondidas. Aún así la consolaron
y le aseguraron que la única forma de acabar con ese sufrimiento era
ocasionándoselo a aquel que lo había producido. Aquellas pérfidas criaturas convirtieron su
amor en odio y su corazón en cenizas.
Habían
pasado seis años, el niño se había convertido en un joven. Y como joven que
era, se enamoró de nuevo. Al principio dudó y vergonzoso hizo pocos adelantos,
pero finalmente decidió arriesgarse, consiguiendo seis maravillosos días junto
a la chica de la biblioteca. Después, su relación se fue consumiendo y
convirtiéndose en algo amargo y pastoso. Sin duda, una misteriosa estudiante
tuvo algo que ver.
Medio
año y un mes después, conoció a una camarera. Visitó muchas veces el bar antes
de acercarse y comenzarle a hablar. No pasó mucho tiempo hasta que empezaron a
salir, pero en poco menos de una semana, sus copas comenzaron a saber agrias y espesas.
Y así,
una a una, todas las chicas a las que
decidió entregarse fueron abandonándolo poco a poco. Llevándose un
doloroso trozo de recuerdo y dejándole un familiar sabor a ceniza. El último estaba reservado, pero esa historia ya la conocéis.