lunes, 7 de mayo de 2018

El Bar Roto


Here, de Pavement, era lo único que inundaba el viciado ambiente del bar. La jukebox desde la que sonaba era una cutre imitación de las originales. Justo encima un gran collage con fotos de cantantes y actores de los años 80.
Marga acababa de sacar un bizcocho del horno. Era la propietaria y única camarera del Bar Rotonda. En su momento le pareció un buen nombre: Justo enfrente había una, sería fácil de recordar para sus clientes.
Se veía a simple vista que las cosas no marchaban bien: Las dos mesas estaban desgastadas y los sillones que las rodeaban parecían saber que su ocaso estaba cerca. Antes lucían un fuerte rojo y ahora deslucían con un naranja pálido. La barra de madera llevaba sus problemas con mayor dignidad, sólo estaba agrietada en algunos tramos.

-¿Y si me mudara a vivir aquí? Tal vez pueda quitarme un par de deudas y plantearme alquilar otro más adelante.

Un cliente entró rompiendo las cavilaciones de la camarera y haciendo que saliera de la cocina. Era un hombre que rondaba los cincuenta, al igual que ella.

-Un café solo, por favor.-pidió él sentándose junto a la barra.
-Claro, cariño. –Marga puso en funcionamiento la cafetera.

El hombre vestía un traje negro de corte barato y uso continuado.

-¿Quieres bizcocho? Está recién hecho.
-No, gracias. –respondió negando con la cabeza. Marga apretó los labios. Otro bizcocho que se tendría que comer ella.

<<Es de noche, lleva el pelo despeinado y la corbata suelta. Sin duda viene del Marte. >> Pensó mientras le servía el café.
-Aquí tiene- le dijo.
-Gracias.

El hombre se quedó en la barra, concentrado en su café, solo. A veces suspiraba y acto seguido tomaba un sorbo. Otras veces… Simplemente suspiraba.
            El silenció volvía a reinar en el bar, roto sólo por My name is Luka.

Miraba el café sin saber muy bien qué iba a hacer después. En sólo dos días tenía que presentar su nuevo proyecto. Su última oportunidad, ya estaba avisado. ¿Y si no les gustaba? A veces pensaba que la única razón por la que se lo habían encargado era porque buscaban una excusa para despedirlo. ¿Y qué sería de él? Al menos no tenía que preocuparse por su inexistente familia. Dependiendo del día, eso le animaba o le desconsolaba. De todas formas no tenía más opciones, debía presentarlo y esperar.
Suspiró y bebió café.


            Fuera se estaba bien, pero sus cansados pies necesitaban un lugar donde olvidar que llevaba dando vueltas por la calle durante más de tres horas. Sólo una idea rondaba su mente: estaba bloqueada. Sentía la mente pastosa y lenta, necesitaba algo que la  aliviara.
            Había acabado en el polígono, un viernes por la noche, delante de un bar de mala muerte y con poco más de una libreta. Un cartel de neón, que había vivido mejores tiempos, le invitaba a entrar. La N ya no brillaba y la D y la A parpadeaban muy de vez en cuando. Curioso. No veía ningún otro sitio al que ir, así que entró y se sentó en una de las mesas, dejándose envolver por Harder to lie. No conocía la canción, pero dudaba mucho que fuera de los años ochenta. Se suponía que era un bar ambientado. ¿Es que nada iba a ir bien hoy?

            Marga se acercó a la mujer.

-Bienvenida, ¿desea tomar algo?
-Un café expreso.
-¿Sólo? –Preguntó Marga sonriendo interiormente
-Eh… No, con un trozo de bizcocho, gracias.

            Rápidamente volvió a sus pensamientos. Sacó su ajada libreta con un diseño de Suzanne Woolcott, la abrió y repaso por vigesimoquinta vez esa noche sus ideas sobre el libro que estaba escribiendo.

            El repiqueteo de la taza de café y el plato con un gran trozo de bizcocho, le hizo alzar la vista.
           
-Gracias- dijo respirando el aroma.
-De nada, cariño.

            La puerta se abrió bruscamente, partiendo en dos la versión de Aurora de Life on Mars. Una joven de poco más de veinte años se arrastró hasta la barra, sentándose en uno de sus taburetes, aquel que más lejos estaba del hombre. Su pelo era corto y de color azul. No siempre había sido así. Sus negras pestañas estaban apenas camufladas por una capa de purpurina azul. Llevaba una ligera camiseta de tirantes y una corta y brillante minifalda.
           
-Bienvenida, niña. ¿Qué te sirvo?
-Tráeme un pelirrojo, Marga. Para llevar y con doble de nata.-dijo sonriendo por fuera.
-¿Un día duro, pequeña?- respondió seria.
-La noche siempre es dura, hoy sólo ha sido un poco más… brusca.- le dijo a Marga
-Espero que ninguno se haya sobrepasado,-dijo alzando un poco la voz y mirando al hombre, que seguía inmerso en sus problemas-  Tengo un cuchillo específico para carne y lo afilo diariamente.

La joven rio, llenando el bar de un sonido al que estaba poco acostumbrado.

-Descuida, los clientes nos tratan bien. Dennís siempre se ocupa de ello.
-Eso espero, niña.-deseó profundamente. Se dirigió a la cafetera y cuando terminó de prepararlo, lo metió en una bolsa de papel marrón.
-¿Uno sesenta, verdad?
-Hoy invito yo, tranquila.-le respondió mientras añadía un trozo de bizcocho en la bolsa.

La chica inspiró el aroma.

-Gracias, Marga. –le dijo sonriendo por dentro.

La puerta se cerró tras ella y Broken, de Prilyo Fable comenzó a sonar.

domingo, 1 de mayo de 2016

Volveré

      Bienvenido a todo aquel que visite este blog, soy el Escritor Sin Pluma, autor del mismo.

      Finalmente he decidido qué hacer con "Cuentos del viernes por la noche" Doy por terminada, el día 19 de junio de 2015, la "primera temporada". Esto quiere decir, algo de lo que el lector más avispado se habrá dado cuenta: que habrá una segunda. No sé cuando será, sólo sé que será. He decidido que no empezará hasta que tenga al menos, la mitad de las historias, es decir, a viernes por historia por un año de temporada hacen unos 52-53 relatos. Cuando tenga al menos 25, comenzaré a subir los viernes a las 23:59, como siempre. Esto lo hago para no dejar historias a medias y para poder revisarlas con tiempo. Esperando así que aumente la calidad de las historias.

     Para enteraros de cuando empiezo podéis seguirme en el twitter del blog: @viernesdecuento Si queréis enteraros de mis otros proyectos podéis seguirme en el personal: @imbecilsinx
 Ahora mismo estoy guionizando un cómic para un dibujante de Subcultura, donde podéis encontrarme como Isx. Aún estamos en el diseño de personajes, pero ya tenemos el storyboard terminado.

     Nos vemos y leemos por la web. ¡Hasta pronto!

viernes, 19 de junio de 2015

FATAL ERROR (Segunda continuación de "EVA Nº23")



-¿Qué demonios es eso?- Preguntó el teniente.
-Parece una caja.
-Gran deducción, detective. –le respondió a López tras su desafortunado comentario.
-Callad y encender las cámaras, quiero ver lo mismo que vosotros.
-Sí, señora –respondieron ambos al unísono.

Con un clic comenzaron a enviar imágenes. La comandante las observó detenidamente. No eran de gran calidad, pero le permitían hacerse una idea de las dimensiones de la caja.

-Necesito que os acerquéis más, pero cuidado, podría ser una bomba.
-Teniente –dijo López pasando al canal directo- Que la comandante haya supuesto que una caja cualquiera en una nave de transporte de gama baja pueda ser una bomba… Me hace pensar que hay mucho más detrás de esta misión que lo que me han contado.
-Vaya, parece que estás más despierto de lo que pensaba. Verás, no es nada del otro mundo, pero creemos que esta nave perteneció a una organización terrorista. Por lo que esta caja podría ser un arma de cualquier tipo.-Tras un pausa continuó-Esto que te he dicho es información clasificada, de hace más de doscientos años, pero clasificada, al fin y al cabo. Por lo que más te vale callarte la boca.
-¿Y qué haría abandonar a un grupo de ese estilo una poderosa arma y dejarla vagando por el espacio durante dos siglos? No creo que sea una bomba, no la habrían abandonado. No hay cuerpos, así que la tripulación abandonó la caja a sabiendas. Probablemente esté vacía.
-López, si como has dicho la nave no tiene combustible, quiere decir que dejaron los motores encendidos para alejar de sí lo que fuera que hay en esa caja.
-Es posible…O que simplemente se lo llevaron antes de abandonar una nave inservible. – El teniente respondió a esto último con un resoplido.
-Permiso para acercarme a la caja. –pidió López.
-Concedido, tenga cuidado.

El ingeniero comenzó a acercase. La caja no parecía medir más de cien centímetros de ancho por treinta de alto. Lentamente se arrodilló con el pesado traje delante de la caja. No tenía ninguna inscripción. Intentó abrirla con las manos, pero no pudo. Sacó su preciada HMU. El material con el que estaba hecho la caja no parecía muy resistente, algún tipo de plástico reforzado. Nada que pudiera detenerlo. 

-¿El gato seguirá vivo? -preguntó con sorna antes de comenzar a cortar la tapadera. Tras unos segundos de incertidumbre la levantó. Estaba vacía.

-Comandante, está vacía.
-Ya lo veo, López, ya lo veo. RegistraBZBZ nave y BZZZvisad cuandoBZZZZZZ vado.
-Repita, BZZZZ, la comuBZZZ BZZZortado.-dijo el teniente.
-BZZZZ BZZZZZ tenieBZZZZ salBZZZZ aveBZZZ.
-BZZZZZZZZ –continuó Tucker.
-Señor, hemos perdido la comunicación con la nave.
-Ya me he dado cuenta, López -respondió secamente.

Las linternas comenzaron a parpadear y se apagaron.

-Teniente, algo va mal. –dijo el ingeniero comprobando los sistemas eléctricos de su traje. -¿Teniente? ¿Me recibe?

Tucker le miraba, o eso suponía, pues no se veía nada en la oscuridad, sólo las marcas fosforescentes de los trajes. López se dio cuenta de repente de todo lo que implicaba no tener energía. No sólo eran las luces y las comunicaciones, sino también el oxígeno. No tenían mucho tiempo, debían volver a la nave.
Por señas indicó el lugar donde suponía que se encontraba la puerta. Debían darse prisa, sólo tenían unos minutos antes de que el oxígeno se les acabara. Ambos habían recibido entrenamiento para este tipo de casos, por lo que no estaban demasiado preocupados. No les sobraba pero sería suficiente para llegar a la nave.
Volvieron por el almacén hasta casi llegar a la puerta. López tropezó y quedó flotando en el pasillo. El teniente se giró al notar que no le seguía. Lo agarró y comenzó a tirar de él. Le costaba andar y cerrar las manos. Haciendo un último esfuerzo le empujó fuera del almacén, antes de perder la consciencia.