viernes, 20 de marzo de 2015

"El Profesional"


            Era el mejor y sus clientes lo admitían. Sabía hacer su trabajo y ponía toda su atención e interés en él. Tenía experiencia internacional, era un profesional. Por eso aquella noche iba tranquilo, no fallaría,  la misión sería un éxito. Caminaba del brazo junto a una bella cortesana que se había ofrecido para la ocasión.
Bajo sus ropas de noble adinerado se escondían multitud de armas. Entre el jubón y la falda de la bella damisela llevaban todo tipo de artilugios. Eran la pareja ideal, él rápido y calculador, ella veloz e inteligente.
La puerta de Palacio estaba custodiada por dos soldados con alabardas, fue muy sencillo evadirlos,  sólo tuvieron que enseñar la invitación a la fiesta real que habían conseguido de la casa de un noble despistado y que ahora mismo estaría maldiciendo su mala cabeza.
El Palacio Real era grandioso, con numerosas ventanas y columnas de mármol blanco.  Por dentro, estaba ricamente decorado con telas y estatuas. Había mesas con comida y una gran cantidad de personal preparado para servir vino entre la nobleza.
La pareja se internó entre los nobles. El Rey no llegaría hasta acabada la recepción, mientras,  serían los Duques del inexistente Condado de Vigea.
Finalmente, el último noble atravesó la puerta, que se cerró con un suave golpe.
Las luces bajaron ligeramente de intensidad y un fuerte trompeteo comenzó a sonar, precediendo la entrada de los Reyes. Tras su pomposa presentación, comenzó el festín.
Los más altos cargos de la Corte fueron uno a uno presentándole sus respetos. A los nobles de menores cargos les correspondía hacerlo después. A nuestra pareja los últimos, pues aunque eran duques pertenecían a un pequeño ducado apartado de la Corte.
Cuando llegó su turno, el asesino flexionó sus piernas, sujetó con seguridad la mano de su majestad, besó su anillo y le aseguró que era su fiel servidor, en el momento en el que pinchaba a su ilustrísima por debajo del anillo.
En dos horas su majestad estaría muerta y todo gracias al Gremio de los Diez y su nuevo veneno. Tan potente, que un simple pinchazo bastaba para matar a una persona. Había tenido mucho cuidado en no pincharse él mismo. Era un profesional y el rey estaría muerto en una agónica semana.

viernes, 13 de marzo de 2015

"Esencias" II

                     La clase  de "Teoría y práctica de la esencia" había comenzado. Aron tenía diez años y estaba recostado sobre el pupitre. Al ser una clase extraescolar, con fama de ser aburrida, no había casi niños sentados. Pero hoy había una novedad.

                     -Hola a todos. Soy Jeremy, el sustito de Bernardo. Vuestro profesor va a faltar un tiempo a clase debido a un problema de salud que lleva padeciendo durante esta semana.

                     Toda la clase lo miraba. Tenía alrededor de unos cincuenta años y aún así era bastante más joven que el anterior profesor. Su ordenado cabello era castaño y le tapaba las orejas, que sorportaban el peso de unas finas gafas de color negro. Vestía con traje, pero no se le veía cómodo. Algo que se reflejaba en su esencia, que revoloteaba en su muñeca izquierda como si fuera una pulsera de electricidad.

                     - Antes de empezar, necesito saber el nivel medio de la clase, así que vamos a comenzar con un pequeño examen.

                     El murmullo general, muy cercano al abucheo, había eclipsado la poca atención que el nuevo profesor había suscitado a los chavales. Lentamente fueron sacando hojas y bolígrafos. El antiguo profesor solía dar clases teóricas durante todo el curso y los examinaba amenudo.

                   - Silencio, chicos. Va a ser un exámen práctico, así que guardad vuestros cuardenos.- aclaró mientras cogía una lista y un taco de fotos de entre los papeles que guardaba en su carpeta.- A ver... Veamos... Clara Álamo.

                    Una chica de pelo rubio y mirada atenta se dio por aludida.
          
                     -Yo, señor.-respondió.
                     - ¿Podrías usar tu esencia para representar lo que hay en esta foto?  -le dijo cuando la encontró en la primera fila.

                     La chica miró la foto concentrándose y su esencia, acudió desde el collar que llevaba al cuello. Clara llevó las manos al frente como si fuera a mirar en una bola de cristal y comenzó a darle forma.
                     Cada persona tenía una forma de modelar su esencia, algunas se parecían pero todas eran diferentes. Se podía saber mucho de una persona si comprendías porqué modelaba así.
                     Tras unos segundos, una pequeña torre Eiffel tomó forma delante suya. No era perfecta, tenía pocos detalles y parecía que la había esculpido en piedra más que con una esencia, pero Jeremy estaba seguro de que si tuviera el tamaño de la original y estuviera hecha de metal podría estar en pie durante varios decenios sin desmoronarse.

                      -Muy bien, Clara. A ver...Eh... Jaime Caballero. ¿Puedes representar lo que hay en esta otra foto?
                      -Claro. -afirmó un chico sin dudar. Se fijó en la foto, llamó a su esencia, que acudió impaciente desde el interior de su manga, y sin que le temblase el pulso comenzó a modelarla con la misma desenvoltura que un mago haciendo un truco de cartas. Cuando terminó había una gran diferencia entre ambos trabajos, este era más fino y detallista, pero sin lugar a dudas, no sería capaz de durar ni dos segundos de haber estado realizado en piedra, ni siquiera en metal. Era bonita, pero poco funcional.

                 Así fue uno a uno, hasta que llego al séptimo.

                   -Muy bien, Lucas. Um... Aron Mena ¿Te importaría representar esta imagen?

                  Aron se colocó en el asiento y observó la foto. La cogió y la miró más de cerca. Era la torre Eiffel de París. Era bonita. Le devolvió la foto. Arón llamó a su esencia. Se concentró. Quería causar una buena impresión al nuevo profesor. Mentalmente le pedió a su esencia que hiciera caso, que esta vez la necesitaba, pero no pasó nada. Cerró los ojos decepcionado y los volvió a abrir. Su esencia había acudido. Estaba eufórico, muy pocas veces conseguía que le hiciera caso. Animado por el éxito inicial estiro un dedo para modelarla, pero en cuanto estuvo a una distancia de unos centímetros su aura se deshizo en mil hebras volviendo a sus hombros.

                  -Vuelve a intentarlo. -le pidió el profesor.
                  -No servirá de nada. Hace lo que le da la gana.
                  -Vamos. -insistió.

                  Aron suspiró y  extendió una mano esperando a que su esencia respondiera. Fue en vano, seguía girando sin descanso alrededor de sus hombros. Ajena al resto del mundo.

                -Sigue intentándolo, Aron. Simon Ghert ¿Puedes representar esta otra foto? -continuó abandonando su pupitre.

                El resto de la clase lo pasó pensando en porqué no era capaz de controlar a su esencia, mientras ella seguía girando y bailando sobre si misma.