viernes, 1 de mayo de 2015

Operación Extravehicular Nº23



            -Iniciando despresurización de la cámara de actividades extravehiculares –escuchó López por el auricular. 

           Estaba nervioso. Era la vigesimotercera vez que salía al espacio y aún así estaba nervioso. Imaginaba que esa sensación nunca desaparecía, pero se equivocaba. Tucker, el astronauta que tenía enfrente, estaba tan en calma como gran parte del espacio. Ya contaba a sus espaldas con casi cuarenta salidas al espacio, era casi como rutina. Lo extraordinario deja de ser así cuando se convierte en algo cotidiano.

            -Despresurización completada. Buena suerte, chicos- les deseó una voz femenina.

             Tucker pulsó el botón de la esclusa, que se abrió suavemente.

            -Muy bien, López. Comencemos con esto. El objetivo se encuentra a cien metros. –le recordó.- Comenzamos aproximación, comandante.
            -Recibido. El objetivo se mantiene estable y sin muestras de actividad de ningún tipo.- Respondió la comandante desde el puesto de control.
            -Teniente,-dijo López antes de impulsarse hacia fuera- ¿Cree que encontraremos a alguien ahí dentro?
            -Es probable, pero no creo que estén vivos. Si es eso a lo que te refieres.-su tono de voz dejaba entrever pesar y aceptación a partes iguales.
           -¿No cree que estén vivos? ¿Entonces esta operación de rescate qué utilidad tiene?
           -López, -le respondió cambiando al canal directo- le he dicho numerosas veces, que no discuta las órdenes, y menos delante de un comandante. ¿Se ha vuelto loco? Como siga así sus días en el espacio se van a acabar muy pronto. ¿Ha quedado claro?
            -Sí, señor.
            -Bien, ya casi estamos.-advirtió el teniente.

            El objetivo era al menos tres veces más grande que la nave en la que habían pasado las últimas semanas. Era una Charger V, una nave de cargamento. Habían quedado obsoletas hacía mucho, aunque aún quedaban algunas… En los museos.

            Tucker y él estaban enfrente de la compuerta de acceso. Aunque estaba claro, por el estado general, que no iba a funcionar. López apretó el botón de apertura de emergencia y esperó unos segundos.

            -Oh, sí. Parece que funciona – dijo sarcásticamente el Teniente.
           
López, suspiró y cogió con su mano izquierda  la Herramienta de Mano Universal. Levantó el seguro y apuntó al panel de control exterior de la compuerta. Tras unos minutos consiguió cortarlo y retirarlo con sumo cuidado. Una acumulación inmensa de cables de diversos colores y tamaños le saludó. Volvió a colocar su HMU en el cinturón y buscó su alicate. Dudando sólo un segundo, cortó uno de los cables más gruesos, que dejó escapar una pequeña voluta de gas.

-Ya está, fase dos completada.

Tucker, se acercó a la puerta mientras López se apartaba.

-Eso habrá que comprobarlo- le aseguró agarrando la compuerta y tirando hacia fuera. Con dificultad, consiguió abrirla. –Fase tres iniciada, introducción en la Charger  V- E.3456.

Su interior era sencillo, dos pasillos en cruz permitían la entrada a las salas. Él se dirigía al puesto de control y Tucker iría en busca de supervivientes. El interior era más oscuro que el espacio, ahí dentro no había estrellas. Sus linternas alumbraban el pasillo, de un color marrón claro que no ayudaba a mejorar el aspecto desvencijado de la nave.
En cuatro minutos estuvo frente al panel de control general. Un buen tiempo, si se tenía en cuenta que iba con el traje espacial ligero, que lo único de ligero que tenía era el nombre, pensaba López cada vez que se lo tenía que poner en los entrenamientos.

-Espero que haya valido la pena traerte hasta aquí, Cabo.-le dijo la comandante. -Comienza con la fase cuatro.
-Recibido, comandante.
-Teniente Tucker, ¿Cómo va la fase tres?- preguntó la comandante
-Negativa, por ahora. No hay nadie en los módulos habitacionales.

El ingeniero se acercó a la cabina de mando. Era distinto al de los actuales, pero lo conocía perfectamente, por eso había sido él el elegido y no otro. Las naves descatalogadas eran su especialidad. Se sentó en el mullido sillón y comenzó a toquetear los controles. Un segundo después la pantalla se encendió.