-Iniciando despresurización de la cámara de
actividades extravehiculares –escuchó López por el auricular.
Estaba
nervioso. Era la vigesimotercera vez que salía al espacio y aún así estaba
nervioso. Imaginaba que esa sensación nunca desaparecía, pero se equivocaba. Tucker,
el astronauta que tenía enfrente, estaba tan en calma como gran parte del
espacio. Ya contaba a sus espaldas con casi cuarenta salidas al espacio, era
casi como rutina. Lo extraordinario deja de ser así cuando se convierte en algo
cotidiano.
-Despresurización completada. Buena suerte,
chicos- les deseó una voz femenina.
Tucker
pulsó el botón de la esclusa, que se abrió suavemente.
-Muy bien, López. Comencemos con esto. El
objetivo se encuentra a cien metros. –le recordó.- Comenzamos aproximación, comandante.
-Recibido. El objetivo se mantiene estable y
sin muestras de actividad de ningún tipo.- Respondió la comandante desde el puesto de
control.
-Teniente,-dijo López antes de impulsarse
hacia fuera- ¿Cree que encontraremos a
alguien ahí dentro?
-Es probable, pero no creo que estén vivos.
Si es eso a lo que te refieres.-su tono de voz dejaba entrever pesar y
aceptación a partes iguales.
-¿No cree que estén vivos? ¿Entonces esta
operación de rescate qué utilidad tiene?
-López,
-le respondió cambiando al canal directo- le he dicho numerosas veces, que no
discuta las órdenes, y menos delante de un comandante. ¿Se ha vuelto loco? Como
siga así sus días en el espacio se van a acabar muy pronto. ¿Ha quedado claro?
-Sí,
señor.
-Bien, ya casi estamos.-advirtió el teniente.
El objetivo era al menos
tres veces más grande que la nave en la que habían pasado las últimas semanas.
Era una Charger V, una nave de cargamento. Habían quedado obsoletas
hacía mucho, aunque aún quedaban algunas… En los museos.
Tucker y él estaban enfrente
de la compuerta de acceso. Aunque estaba claro, por el estado general, que no
iba a funcionar. López apretó el botón de apertura de emergencia y esperó unos
segundos.
-Oh, sí. Parece que funciona – dijo sarcásticamente el Teniente.
López, suspiró y cogió con su mano izquierda la Herramienta de Mano Universal. Levantó el
seguro y apuntó al panel de control exterior de la compuerta. Tras unos minutos
consiguió cortarlo y retirarlo con sumo cuidado. Una acumulación inmensa de
cables de diversos colores y tamaños le saludó. Volvió a colocar su HMU en el
cinturón y buscó su alicate. Dudando sólo un segundo, cortó uno de los cables
más gruesos, que dejó escapar una pequeña voluta de gas.
-Ya
está, fase dos completada.
Tucker, se acercó a la puerta mientras López
se apartaba.
-Eso
habrá que comprobarlo- le aseguró agarrando la compuerta y tirando hacia
fuera. Con dificultad, consiguió abrirla. –Fase
tres iniciada, introducción en la Charger
V- E.3456.
Su interior era sencillo, dos pasillos en
cruz permitían la entrada a las salas. Él se dirigía al puesto de control y Tucker iría en busca de supervivientes.
El interior era más oscuro que el espacio, ahí dentro no había estrellas. Sus
linternas alumbraban el pasillo, de un color marrón claro que no ayudaba a
mejorar el aspecto desvencijado de la nave.
En cuatro minutos estuvo frente al panel de control general.
Un buen tiempo, si se tenía en cuenta que iba con el traje espacial ligero, que
lo único de ligero que tenía era el nombre, pensaba López cada vez que se lo
tenía que poner en los entrenamientos.
-Espero
que haya valido la pena traerte hasta aquí, Cabo.-le dijo la comandante. -Comienza con la fase cuatro.
-Recibido,
comandante.
-Teniente Tucker,
¿Cómo va la fase tres?- preguntó la comandante
-Negativa, por
ahora. No hay nadie en los módulos habitacionales.
El ingeniero se acercó a la cabina de mando.
Era distinto al de los actuales, pero lo conocía perfectamente, por eso
había sido él el elegido y no otro. Las naves descatalogadas eran su especialidad.
Se sentó en el mullido sillón y comenzó a toquetear los controles. Un segundo después
la pantalla se encendió.