viernes, 27 de febrero de 2015

"Esencias"


               “Desde que nacemos estamos acompañados de un… una… ¿cómo decirlo? Creo que utilizaré el término oficial, aunque no me guste: Esencia. Supongo que ya lo sabes, puesto que tú también tienes una, pero me gustaría dejar claro qué se entiende por “Esencia”.
A lo largo de la historia se han dado muchos nombres a este fenómeno: Aura, hálito…Incluso algunos han llegado a llamarlos Anemoi, en referencia a los dioses griegos del viento. El primer documento en el que se da fe de este… fenómeno es en una carta que Julio Cesar escribe a uno de sus generales. Después de este, no se vuelve a encontrar ninguna referencia hasta más de mil ochocientos años después, al final de la época victoriana. ¿Por qué? No se sabe. Bueno, en realidad en los libros de Historia se dan varias explicaciones, pero no les creo. La más admitida es que simplemente fuimos desarrollando esa capacidad y que comenzó a manifestarse cuando se dio el momento idóneo en el siglo XIX hasta la actualidad en la que prácticamente todo el mundo tiene una. Muy oportuno. En fin, basta de historia.

               Escribo esto porque espero estar equivocado. Verás se supone que las esencias son como una parte más de nosotros mismos, como un músculo que podemos mover o dejar quieto cuando queremos. Podemos darle la forma y el color que queramos. Una pelota, un triángulo…con un poco de práctica puedes hacer cosas más complejas como libros, aviones,  animales…  Son habilidades que vamos perfeccionando en el colegio. A mí me resulta muy complicado manejarla. No es la primera vez que se dan casos así claro. Personas con esencias débiles o con poca mano para esto. Sin embargo, si “razono” con mi aura, suele hacerme caso y obtengo resultados por encima de la media. Es extraño, no hace falta decirle a tu mano que coja un vaso y explicarle por qué quieres que lo coja, simplemente lo coges y ya está.”

Aron había quedado muy contento con lo que había escrito, no era muy claro, pero al menos le serviría para no volverse loco creyendo que era producto de su mente. Después de leerlo una vez más, dobló el papel dos veces sobre sí mismo y lo guardó en uno de los libros de su pequeña librería. Su esencia se deslizaba por sus hombros de forma similar a la de una raya en el océano. Lenta e hipnotizante.

viernes, 13 de febrero de 2015

Chispazos (Continuación de 097739)



             Los datos habían sido enviados, sin duda el joven tendría una buena recompensa, incluso es posible que un ascenso. ¿Y a cambio de qué? De trasferir un simple archivo.

             Un archivo que detallaba la ubicación de casi la mitad de las bases secretas del OIDM , una organización que luchaba por impedir la Tercera Guerra Mundial. Sin duda ese día moriría mucha gente.

            El joven está feliz, lo ha conseguido. Su jefe creía que no podría hacerlo pero lo había conseguido. Iban a dar un duro golpe a esos estúpidos de la Organización Internacional y sería gracias a él. Un paso más cerca de vengarse.

Unas horas después, una chica con un bonito gorro verde le mira a lo lejos y él se da cuenta. Sonríe y la mira con descaro. Ella le mantiene la mirada. La tarde no podría ir mejor. Se dirige hacia allí, le dice unas palabras elocuentes, ríen y él le invita a tomar algo. Hace frío y ambos producen volutas de humo al hablar. La chica acepta, dice que conoce un bar cercano donde sirven un rico chocolate caliente. Él la sigue por la avenida y entran en uno de los establecimientos. En la puerta anuncian numerosos tipos de chocolate. La chica se acerca a un camarero, que les acompaña a un reservado con un biombo, lejos de miradas curiosas. Se sientan y piden una gran taza cada uno. Siguen hablando, se ríen. Es curioso cuantas cosas tienen en común. Hace calor dentro y los dos se quitan los pesados abrigos. Les traen el pedido y comienzan a beber. Está muy caliente, se dicen volviendo a reír. La chica deja despreocupada su mano encima de la mesa, cerca de la del chico.

-¿Sabes? Nunca antes me había pasado. Es algo cómo de libro ¿no? Cruzarse con un extraño y que te invite a chocolate caliente.- comentó ella con voz soñadora.

-Los libros se parecen más a la realidad de lo que piensas. En realidad, la única diferencia es que los protagonistas pueden equivocarse cuantas veces quieran, que siempre sucederá algo que lo solucione todo. Pero la magia de las historias también existe en la vida real, al fin y al cabo proceden de ella. –dijo el chico acercando su mano a la de la chica.

-Tienes razón –afirmó ella cogiéndole de la mano. El chico notó un pinchazo y miró sorprendido a la chica. Comprendiendo, demasiado tarde, que él no era el protagonista de ninguna historia y que no podía cometer errores- Ahora, no te muevas o accionaré este divertido aparatito que inventasteis. –le dijo sin restos de la voz soñadora que momentos antes había encandilado al chico.

Comenzó a sudar. Ese "aparatito", como lo había llamado ella, servía para torturar a la gente...En total silencio. La víctima no podía hablar, ni gritar, ni moverse una vez que era accionado. ¿Cómo había sido tan estúpido?
<<Vale>>- pensó intentado tranquilizarse, ya la había cagado más veces y había salido ileso. La información había sido enviada, así que sin duda esto era algo personal. Seguro que alguno de los familiares de la chica estaba en las bases que estaban siendo atacadas mientras ellos hablaban.

            -No servirá de nada. Ya lo he enviado.- le dijo fingiendo tranquilidad.
            -No me importa. Vas a ser un cadáver más como no me entregues ahora mismo tu muñequera. –Tras una pausa añadió- Desbloqueada, claro.
            -No puedo hacerlo solo con una mano.
            -¿Crees que soy estúpida? Tienes cinco segundos para desbloquearla o activaré este maldito cachivache.

            El chico miró su muñeca y después a ella. Decían que los del OIDM nunca usaban Chispazos, como solían llamarlos en el GAE, que eran demasiado moralistas para eso. La chica le estaba apretando la mano con todas sus fuerzas y en su voz podía oírse que no hablaba en broma. Ahora que se fijaba, tenía los ojos algo rojos.

            -En cuanto me lo quite, vendrán aquí y te matarán. Tiene un localizador.
            -Eres nuevo en esto, ¿a que sí?-se rió la chica.- Sigues creyéndote muy listo. Tu localizador se ha fundido en cuanto has entrado por esa puerta. Tu estúpido Grupo de Ataque “Es-tra-té-gi-co” no sabe ni por dónde empezar a buscarte. Desbloquéalo.

            Estaba sudando y con lentitud llevó su mano a la muñequera, introduciendo la contraseña.

            -Ahora quítatela.

            El chico suspiró y se la desabrochó. No tenía ni idea de cómo iba a explicarle esto a sus superiores, si conseguía salir de esta…

             El Mini Ordenador de Muñeca resonó al caer en la mesa. La chica se apresuró a cogerlo.

             -Vas a lamentar esto-le aseguró activando el Chispazos y saliendo de la chocolatería.

            El chico se quedó rígido, no podía moverse. Ni hablar, ni gritar. A parte de eso no le parecía muy doloroso. No estaba sintiendo nada, sólo esa extraña sensación que se siente cuando te quedas quieto en una posición incómoda. Tras un chasquido, comenzaron las descargas.