El sol
iluminaba su ciudad, se asomaba tímidamente entre los edificios, consumidos por
la lluvia de falsas verdades y de verdaderas mentiras, desgastados por los
rayos de las amistades y los amores que se quiebran al chocar contra el primer
cristal, agitados por el soplo del olvido y del recuerdo de aquellos que pasearon
entre ellos.
Ella
caminaba sin rumbo, por las calles que había creado mientras soportaba la vida,
pasando de los callejones que había destruido la sociedad, empujándolos a todos
hacia la misma avenida con estúpidos estándares sociales.
Caminando
errante la encontró, aunque sería más exacto decir que fue al revés. Estaba
sentada en un banco mientras leía y
jugueteaba con un mechón de pelo entre sus dedos. Estaba sólo a unos pasos pero
a la vez distante. Cuando se acercó, pudo comprobar que olía a libro antiguo
y que sus numerosas estanterías de madera abarcaban todo tipo de temas. No
todas estaban llenas, aún había espacio para más
libros. Se presentó con
timidez y al entrar en la biblioteca salió de su mundo de escombros.
Créditos.
-Creado por el escritor sin pluma.
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